Con sus hermanos lo fundó, la madre le dio el nombre, además de confeccionar las primeras camisetas, mientras el tío Jorge se “convirtió” en el primer director técnico y hasta Penka, la hermana, a la cual le prometieron “un sueldo” que nunca cobró, fue la lavandera oficial de las camisetas.
Pero sin dudas Juan y Miguel fueron quienes asumieron el mayor protagonismo. Sin ellos Danubio jamás hubiera llegado a lo que es hoy en día. Los danubianos les debemos mucho y siempre estaremos en deuda. Juan, que siguió al hermano mayor en el berretín de formar el equipo de fútbol del barrio, fue antes que nada jugador. Si bien era menor al resto de los muchachos alcanzó a formar parte del equipo que jugó la revancha y vengó la derrota ante el cuadro de la Plaza de Deportes de la Unión.
Pero además integró el histórico plantel que alcanzara el primer campeonato, cuando Danubio se consagró, en el año 1934, en forma invicta, Campeón en el Torneo de Segunda Categoría de la Plaza de Deportes N°5 de la Unión.
Continuó inseparablemente junto a Miguel, al que idolatró, recuerda permanentemente, y al que asigna como el verdadero caudillo de aquellos pibes escolares. En principio juntos jugaron y luego ambos se dedicaron durante varios años a la dirigencia del club de sus amores, logrando varios éxitos.
Como Dirigente, su actuación fue mucho más destacada y extensa que lo que fuese como futbolista. Con breves intervalos, fue directivo en la década del cincuenta, del sesenta, del setenta y del ochenta. Indudablemente es de los dirigentes con más años en la institución de La Franja. Juan tiene el honor de haber integrado la Comisión Directiva cuando Danubio logró su primer vice campeonato en el “Torneo Uruguayo” de 1954 de la Primera División. Fue también gran impulsor de la construcción del Estadio Jardines del Hipódromo y se lo responsabiliza de ser el ideólogo de construirlo bajo tierra para que con la venta de la enorme excavación ayudar a financiar las obras.
Alcanzó gran notoriedad sobre todo cuando se desempeñó como Delegado de Primera División ante la Asociación Uruguaya de Fútbol.
Uno de sus logros más recordado, posiblemente inédito y jamás igualado, ocurrió en el año 1979, cuando tras una gestión brillante, logró detener el Campeonato Uruguayo de la Primera División, debido a que Danubio al haber aportado a sus principales figuras al seleccionado juvenil que estaba disputando el campeonato sudamericano, sólo cosechaba derrotas y enfilaba casi con seguridad al descenso de categoría.
Un año antes (1978) con su entrañable hermano Miguel desempeñándose como Vicepresidente y él como Delegado, Danubio llegó por primera vez en su historia a la Copa Libertadores de América. A Juan le cabe la responsabilidad de haber traído en 1966 al sensacional goleador brasileño Araquem de Mello, a la postre, máximo goleador, con una docena de tantos, del campeonato uruguayo de ese año.
Su visión y capacidad dirigencial le permitió traspasar las fronteras danubianas y llegar a la “casa mayor del fútbol”. A comienzos de la década del ochenta integró la Secretaría en el Area Deportiva de la “Copa de Oro”, aquel torneo organizado por nuestro país, que reunió a los seleccionados campeones mundiales, que finalmente ganasen los “celestes”.
Tiempo después fue designado Neutral del Consejo de Primera “B”; para finalmente presidir -nada menos- que durante varias temporadas el Colegio de Arbitros.
Juan Lazaroff, fundador, jugador, Delegado y Dirigente, socio y presidente honorario, es sin dudas, uno de los hombres más importantes en la historia danubiana.
Con más de 90 años de vida sigue palpitando por “su” Danubio con el mismo entusiasmo que tenía cuando era un “purrete”.
Texto: Anibal Rey Bozzolo